lunes, 6 de febrero de 2017

En la vida de un pastor sardo


Giancarlo, 51 años, de Orune, trabajó como ovejero por treinta años, empezando a la edad de doce-trece años. Se levantaba todos los días las cinco de la mañana y trabajaba hasta las seis, incluso las ocho. El ordeño de las ovejas empezaba a las cinco de la mañana hasta las ocho y media más o menos, y después del ordeño las ovejas se llevaban a pastar hasta las tres de la tarde; luego se llevaban de nuevo al aprisco. Esto ocurría desde el uno de diciembre hasta agosto (los meses que quedaban las ovejas no eran ordeñadas hasta que parían nuevamente). Muchas veces,  tanto él como su padre dormían en la casa de campo y no volvían al pueblo.  Cada mañana tomaban la leche que estaba en un refrigerador y que luego se ponía en una camioneta que la transportaba al vendedor. El resto del día cuidaban del pienso, del heno y de los otros animales (cerdos, vacas y caballos), al mediodía almorzaban y a las tres/tres y media de la tarde  empezaban todo de nuevo, ordeñando nuevamente hasta las siete y media.
Durante el invierno las ovejas eran llevadas dentro de unos establos para dormir para que estuvieran protegidas del frío, porque si no, salía poca leche (esto ocurría desde mediados de noviembre hasta mediados de marzo). No todos los ovejeros tenían la comodidad de los establos y desgraciadamente los que no tenían estas instalaciones tenían que dejar a las ovejas a dormir afuera.
En junio, se intercambiaban con otros ovejeros los carneros de más de tres años, o se compraban otros carneros seleccionados, porque si se aparean ovejas con carneros de la misma sangre, a la larga se bastardean y pueden tener problemas. Los carneros se compraban o intercambiaban principalmente con ovejeros o vendedores de Barumini.  Normalmente, las ovejas copulan con los carneros en junio, julio y agosto, y las ovejas paren desde los primeros días de noviembre hasta diciembre. Durante este período los carneros se llevan afuera porque pueden dar cornadas a los corderos y hacer daño a los pequeños, pudiendo incluso matarlos.


La temperatura en invierno bajaba por debajo de los cero grados y, mientras que en Campidano el sustento de las personas se podía basar también en la agricultura; en la zona del nuorese, en este caso en Orune, el sustento de las personas era dado especialmente por la leche de las ovejas y la carne de los corderos. Giancarlo heredó las ovejas de su padre. Las ovejas que tenían eran ovejas lecheras de Cerdeña, aproximadamente un millar de cabezas de ganado, que se caracterizaban por su resistencia y la calidad y cantidad de leche que daban: una leche buena, muy grasa y con muchas proteínas. 

Con un gasto no demasiado oneroso de pienso se obtenían buenas cantidades de leche; por ejemplo, las ovejas francesas eran capaces de dar un poco más de leche, pero para hacer 1 kg de queso se necesitaban 8 l. de leche, mientras que de las ovejas sardas para producir la misma cantidad se necesitaban solo 6 l.
Durante los años Giancarlo consiguió aumentar la producción de leche, sirviéndose de ganado altamente seleccionado, porque una oveja de pocas generaciones de remplazo te puede dar un litro de leche, en cambio si es seleccionada y tratada con cuidado consigue darte dos litros y medio de leche.

Empezó a hacer este trabajo porque era el de su padre e incluso antes el de su abuelo. Fue un trabajo que lo formó en el carácter y como cada trabajo para ser hecho bien hay que hacerlo con pasión. Es un trabajo muy laborioso y duro, se trabaja 365 días al año, como máximo se puede descansar algunos días en el verano pero solo si se encuentra algún válido sustituto. Se trabaja hasta la noche con cualquier condición climática. Con los otros pastores había una relación absolutamente cívica, y en el caso en que hubiera problemas de límites, se hablaba de eso y se encontraba un acuerdo. En su pueblo la economía remolque era el pastoreo, el 90% de las personas hacían este tipo de profesión que se transmitía de generación en generación y es todavía hoy la actividad predominante.

Todo el pueblo está muy pegado a esta tradición pastoral  que ha producido comida para la población  por  centenares de años. 


Hoy día este  trabajo es  mucho más ligero, en el pasado   se ponían  las ovejas  entre las piernas  y  se ordeñaban  a mano, en los años siguientes se utilizaban las autocapturas (son estructuras de hierro y se usan  para tener las cabezas de las ovejas bloqueadas), más recientemente se ha empezado a utilizar las ordeñadoras  eléctricas y con estas maquinarias  el esfuerzo  del trabajo se reduce a la mitad. Actualmente los pastores se organizan con los familiares, por ejemplo si alguien quiere tomar algunos días de vacaciones proveen los otros.

Antes, no había medios de transporte adecuados, para ir al aprisco montaban a caballo o iban en burro, algunas veces permanecían también quince días sin regresar a casa porque no tenían carreteras (esto ocurría a mediados de los años 70). Hoy día ha cambiado todo, los apriscos se enlazan con las carreteras y toda persona tiene su propio coche. Los pastores, al igual que en el pasado, siguen haciendo la trashumancia; los lugares donde se llevaba el rebaño eran diferentes según la estación; en el verano estaban en lugares más altos , donde hacía más frío, y en invierno en lugares más protegidos.

Era un trabajo que a él le gustaba, y era también rentable. Después a lo largo de los años a causa de malestares fìsícos, causados por el trabajo, porque es un trabajo muy arduo, por eso, decidió dejar esta actividad. Lo bueno de este trabajo es que se puede llevar una vida sana, convivida  con los animales. Los pastores tenían relaciones con muchas personas, con revendedores de pienso, vendedores de abono y con los carniceros. Giancarlo y su familia obtenían su ganancia vendiendo la leche a una quesería de Buddusó y para las festividades vendían corderos al carnicero.

Generalmente trabajaba junto al padre y a veces, en los períodos de gran trabajo, por ejemplo cuando se tenían que  trasquilar las ovejas, por algunos meses tomaban chicos que echaban una mano. Hace 20 años producir un litro de leche costaba 400 liras y se vendía por 1.400 liras. Hoy en día, tras la llegada del euro, 1 litro de leche se paga 80 céntimos de euro, mientras que el costo de la producción es de 1 euro (unas 1.600 liras). Además muchos pastores al día de hoy ya no logran cubrir los gastos, y el pienso también  es decididamente más caro frente al precio que existía con la lira; por tanto las rentas han disminuido abundantemente. Cuando se volvía a casa, se comía pasta y carne, mientras cuando se estaba en el campo se comía muchos embutidos, queso y yogur.

Por cuanto concierne la ropa, tenían un zapatero de confianza que hacía tanto a él como a su padre botas de piel con la suela grande a medida, utilizaban pantalones de terciopelo o de fustaño o fustán, y cuando tenían que cortar la leña se ponían polainas de cuero, y jerseyes y cazadoras de empleo común para la parte superior. Los utensilios que se utilizaban eran aquellos del ordeño, todoterrenos y furgones para el ganado. No es indudablemente un trabajo apto para todos, se necesita un físico robusto y mucha pasión, es un trabajo usurante y a menudo uno se puede encontrar en situaciones que no se previeron: por ejemplo una oveja puede tener un parto dificultoso, y se debe velarla toda la noche. Ellos tenían 10-12 perros, algunos de Fonni para hacer la guardia a los rediles, y marismeños para proteger el rebaño cuando estaban por la dehesa.

 Fuentes consultadas